Dentro del ciclo “Trasmutaciones de la figura femenina en el cine”, el escritor y profesor de la Universitat Jaume I, Vicente Benet, presentó el pasado 16 de marzo en el auditorio de CaixaForum de Tarragona su ponencia acerca de la representación de la mujer ingenua en el cine, “Iconografías de la ingenua”.
A través de la pintura, Benet nos mostró dos caras habituales de la ingenuidad en el cine clásico, dos grandes recursos: la infancia y la virginidad. Y eso es lo que esconde la obra que Benet analizó brevemente, “El cántaro roto” (1773) de Jean Baptiste, dónde se puede observar ternura, tristeza, ambigüedad: ingenuidad en todo su esplendor, con tan sólo mirarla.
En general, el arte ha servido como referente cinematográfico en la mayoría de los casos, pero sobre todo a la hora de hablar de la mujer ingenua: la pintura, el teatro más romántico, la ópera… y principalmente la tradición sentimental, hasta llegar al modelo didáctico de la población con una gran poder moralizador, el melodrama. Del cine melodramático nacen la mayoría de estereotipos y se establece la línea entre el bien y el mal, de aquí la caracterización arquetípica de todo tipo de personajes, no sólo el de la mujer ingenua, también el del héroe y el villano. Se representa a la mujer como el bien, una doncella, virginal, con rasgos infantiles… Y al hombre como el mal, varonil, despiadado, cruel, dominante… se establece una línea amorosa que resulta de la tensión sexual entre personajes, así pues la violación es el mayor enfrentamiento entre el bien y el mal.
The Birth of a Nation (1915) de D. W. Griffith representa en toda su esencia estos patrones derivados del cine melodramático. En la conferencia, Benet proyectó una secuencia del film, en ella una joven se acerca al río a buscar agua y allí se encuentra a un hombre de raza negra (recordemos que el film de Griffith tiene un planteamiento racista) que la persigue y, supuestamente, la quiere violar, tras una larga persecución, la joven decide precitarse por un barranco, paradójicamente, la muerte resulta su protectora. Nos encontramos de cara con la ingenuidad y la virtud, la joven presenta unos rasgos exageradamente infantiles, cándidos, puritanos, burgueses… ingenuos, en la contra observamos el personaje de raza negra, de instintos perversos, que le quiere robar la infancia y, supuestamente, la virginidad.
No obstante, des del final de la Gran Guerra el melodrama sufre una transición. La expansión de los totalitarismos, la incorporación de la mujer al trabajo, la extensión de las teorías freudianas…el cambio abismal de la sociedad evidencia un nuevo tipo de ingenuidad representada en personajes como Marilyn Monroe y los clásicos de Disney, La Blancanieves, La Cenicienta, La Bella Durmiente… Des de ese preciso momento, la figura de la mujer ingenua parece no tener cabida en el cine contemporáneo, la ingenuidad sólo tienes dos caminos: la comedia o la parodia.
Las ingenuas han desaparecido, nadie las toma en serio, son demasiado ingenuas para la sociedad actual, por eso, sólo sobreviven en las creaciones de Disney, las teleseries y los culebrones de las cuatro de la tarde, pero siempre tratadas de manera paródica, como es el caso de la pobre Betty, de Betty la fea. Otra forma de introducir a la ingenua, es des de la inversión y el cuestionamiento de las convenciones, casi siempre des del feminismo. La película Abajo el amor (2003) dirigida por Peyton Reed que fue proyectada en el auditorio de CaixaForum es, en un principio, un ejemplo del último caso, una inversión de los roles.
Abaja el amor recrea la guerra de sexos de los 60 intentándole dar un toque actual, una revisión de los conceptos… que te puede dibujar una sonrisa en los labios durante 1, 2, 3…y se borró! Se plantea una fórmula de lo más convencional, una mujer despechada (René Zellweger) y dispuesta a vivir sin la compañía del sexo opuesto a no ser que ella lo desee “sexe à la carte” que ha escrito un libro titulado “Abajo el amor” y que aspira a ser best seller; en el otro lado de la balanza se encuentra el mujeriego empedernido (Ewan McGregor), un periodista de lo más codiciado que retrasa una y otra vez la entrevista con la escritora, pues está ocupado con sus asuntos…sexuales. Hasta aquí, ¿nos suena no? Ahora viene cuando la escritora, indignada, pasa del periodista y este empieza a interesarse por ella; como nunca se han llegado a conocer, él adopta otra identidad para atraparla en sus redes, ser el hombre más ingenuo e inocente del mundo… tan ingenuo que resulta irreal (como dijo Benet, la mujer ingenua no tiene cabida en el cine actual, pero el hombre todavía menos, no? –será que hemos adoptado una visión machista, de la que aunque reneguemos y creamos huir, se mantiene de manera invisible-). En fin, tras muchos juegos cómicos y desastres amorosos varios, la tortilla se gira tantas veces hasta el punto de resultar indigesta, dejo en vuestras manos probarla.
Abajo el Amor es tan sólo una parodia de la guerra de sexos, pero saca a luz la imposibilidad de este tipo de arquetipo en su pura esencia, la ingenua ha pasado de ser el centro de los melodramas a desaparecer, tanto el género como el personaje. En contrapartida aparece la histérica, la perversa, la heroína… Por otro lado, la película muestra, por lo que parece, una tarea pendiente, pues una mujer que se presenta como inmune a los encantos del hombre y perfectamente autosuficiente, acaba rindiéndose a los encantos del guapo periodista; será que ni las más fuertes se resisten? Vaya, mejor no pensar…y seguir aparentando ser ingenuas, pero eso sí, siempre al acecho.
Andrea María Torres Alonso
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